Los secretos de una olla

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Toda comida de olla es para hacer en cantidad, para compartir en compañía y pasar un buen momento al lado de un fueguito. En invierno, se convierte en el mejor antídoto contra el frío y junto con una copa de vino tinto forman un seductor binomio y un bálsamo que devuelve el alma al cuerpo.

¿Alguna vez se pusieron a pensar cuántos secretos encierra una olla? ¿Cuántas improvisaciones, toques personales de encanto o lluvias de pensamientos caen sobre ella mientras revolvemos casi automáticamente con una cuchara de madera
en perfectos ochos o a favor de las agujas del reloj? A veces pareciera que el fondo de la olla nos transportara a algún lugar lejano como a Alicia, que en el fondo del pozo encontró el país de las Maravillas!

En un guiso hay mucho más que un menjurje de condimentos e ingredientes. Hay aromas, saberes y sabores que quedarán registradas en nuestra memoria y en la exquisita sensación de inhalar profundamente como queriendo percibir el sabor con el alma. Hay tradiciones, recetas de la abuela y la bisabuela y una combinación de ingredientes de dos mundos, el nuevo y el viejo, que supieron mestizarse en perfecta armonía.

Como todo guiso, es un plato celoso y se hace esperar. Los apuros y las ansiedades deben dejarse de lado. Cada ingrediente se debe cocinar con verdadero protagonismo, dejando su impronta en la olla mientras el ojo vigila con suspicacia hasta último momento, de lo contrario, se los va a hacer saber cuando lo prueben.

Encuentren dentro de esas ollas que son el fuego que hacen hogar, su propio País de las Maravillas porque es allí donde van a cocinar las mejores ideas, reflotar los mejores recuerdos y nutrir los corazones de sus seres más queridos.



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