Cuando hablamos de alianza, matrimonio, casamiento o maridaje, no solo nos referimos a la unión conyugal entre personas, sino que también podemos estar haciendo referncia al enlace armonioso que se genera entre un plato y un vino. Hay algunos que prosperan y se aman de por vida, otros que como en el amor, nacieron siendo el uno para el otro; muchos que son como el agua y el aceite y otros tantos que mueren en el intento.

Si fuera tan facil la sitauación en la comida y en el amor, la busqueda del equilibrio perfecto no tendría encanto, porque de esto se trata: de buscar, de descubrir, de  percibir, de sentir. Una búsqueda constante en un mundo cambiante, en el que las personas cambiamos y evolucionamos de la misma manera que lo hacen un queso, un vino y tantos otros productos que desafían nuestro paladar día a día. Ese es el verdadero secreto. Que la busqueda se transforme en una experiencia lúdica sabiendo que existen ciertas reglas, pero que no hay mejor juez que nuestros propios sentidos y que, buscar el justo equilibrio tanto en el estómago como en el corazón, es uno de los caminos más seguros hacia la felicidad.

El matrimonio perfecto no existe, hay que crearlo, buscarlo, reinventarlo y muchas veces adapatarlo. Eso es lo dificil, pero a su vez lo que lo hace aún más apasionante.

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