Cada vez que termino un año me pasa como cuando termino un libro; tengo una dualidad de sentimientos encontrados. Por un lado me entusiasma el final y por el otro me da pena que termine, sobre todo cuando fue bueno.

Empiezo el año con ilusión y entusiasmo, generalmente mirando al cielo, como casi todos, observando hipnotizada el destello de fuegos que generosamente tiran los otros para que los demás disfrutemos.

Ése  es el momento de los deseos. De esos deseos profundos que afloran con la intensidad que sólo el año nuevo nos puede brindar. Pero debo reconocer que con los años, esos deseos cambiaron de ánimo. La intensidad es la misma, pero la lista no es de las cosas que quiero en la vida, sino de las que no quiero más . Esta elección es mucha más  dificil y a la vez, profunda y genuina pero les puedo asegurar que trae muchas más satisfacciones. Esta bueno. Prueben y después me cuentan.

Salud por un nuevo año y que se les cumpla todo lo que desean, pero sobre todo lo que no desean!!!


Me encantan las ferias y los mercados. Cada vez que viajo me preocupo en averiguar todos  los detalles de dias y horarios para asegurarme un dia divertido. Las compras son anegdoticas y no es en mi caso, el motivo de mi paseo, bueno en realidad no el único! Las ferias nos encuentran con el verdadero pulso de un lugar, con sus hábitos, con los colores de los productos de estación, con los aromas de los puestos ambulantes que se perciben a la distancia y con el bullicio típico de gente comprando, pelendo precios y en este caso, además, buscando la legendaria puerta azul que catapultó a este simpático vecindario hace ya unos cuantos años. Cada vez que vengo lo visito, me sorprendo, miro, huelo, toco, pregunto y hablo con los vendedores; revuelvo, me pruebo y me divierto como un niño. Es una experiencia que me motiva a seguir volviendo cada vez que vengo.


Rincon de Francia fue una experiencia diferente. Salimos temprano para evitar el tráfico  matutino y disfrutar desde el primer momento. El viaje a Young, donde me esperaban 70 mujeres me tenia con muchas expectativas. 
La primer bienvenida nos la dio un glicina en flor color lavanda que se extendia a lo largo de la entrada. Su color y su perfume se desplegaba como una brisa.
El recibimiento fue de los más  calidos y sentidos que vivi en mi vida. Todas me esperaban y nos saludamos con besos y abrazos como si nos conocieramos de toda la vida. 
Que entusiasmo que habia! Y cuanto nerviosismo con los preparativos! 
Conocer a sus dueños Maureen y Oscar y a parte de su gran familia fue una caricia al alma, todos de una sensibilidad exquisita. 
Me di el gusto de almorzar y dormirme una siesta antes de mi exposicion y fue un gusto que hacia tiempo no me daba. Ahora estaba lista y como nueva para la charla! Cuantas mujeres, cuanto interes y cuanto respeto!  Me senti tan a gusto que m hubiera seguido hablando por horas. Luego tomamos un delicioso te  con unas pocas hebras de lapsang, tal como a mi me gusta, en vajilla de porcelana con historia. 
Por la noche comimos en familia, disfrutanos de una encantdora sobremesa. Y me fui a dormir con una bolsa de agua caliente en los pies. El merecido descanso duro poco porque en la mitad de la noche me desperté de tanto silencio... Y asi permneci, disfrutando de ese vacio absoluto que hacia tiempo no escuchaba.
Al dia siguiente partimos bien temprano, despues de un desayuno con pan de campo, miel y manteca casera pero ademas,  con muchas sensaciones a flor de piel: la calidad y la calidez de sus anfitriones, sus atenciones, su sensibilidad por las cosas esenciales de la vida, los aromas de la naturaleza, el atardecer en el campo, los ruidos del silencio y el sabroso momento que pasamos y compartimos.
Sin duda, fue un viaje al interior. Al interior del pais, pero por sobre todo, al interior de mi alma y de mis pensmientos que siempre necesitan sosiego y una recrga de energia para encarar los meses mas movidos del año.
Gracias Young! Estas son las cosas que mas valoro y disfruto de mi trabajo!








Cuando hablamos de alianza, matrimonio, casamiento o maridaje, no solo nos referimos a la unión conyugal entre personas, sino que también podemos estar haciendo referncia al enlace armonioso que se genera entre un plato y un vino. Hay algunos que prosperan y se aman de por vida, otros que como en el amor, nacieron siendo el uno para el otro; muchos que son como el agua y el aceite y otros tantos que mueren en el intento.

Si fuera tan facil la sitauación en la comida y en el amor, la busqueda del equilibrio perfecto no tendría encanto, porque de esto se trata: de buscar, de descubrir, de  percibir, de sentir. Una búsqueda constante en un mundo cambiante, en el que las personas cambiamos y evolucionamos de la misma manera que lo hacen un queso, un vino y tantos otros productos que desafían nuestro paladar día a día. Ese es el verdadero secreto. Que la busqueda se transforme en una experiencia lúdica sabiendo que existen ciertas reglas, pero que no hay mejor juez que nuestros propios sentidos y que, buscar el justo equilibrio tanto en el estómago como en el corazón, es uno de los caminos más seguros hacia la felicidad.

El matrimonio perfecto no existe, hay que crearlo, buscarlo, reinventarlo y muchas veces adapatarlo. Eso es lo dificil, pero a su vez lo que lo hace aún más apasionante.


Me acuerdo como si fuera hoy, de mi primera taza de café… Algo que puede parecer tan cotidiano como cambiar de infusión, para mi fue un gran acontecimiento. Era un tazón de café con leche pero que de alguna manera, emancipó mi paladar a un mundo nuevo de sabores. Desde entonces y hasta el día de hoy, pasó a ser mi primer contacto con el día. No funciono sin mi taza de café…puro. Prepararlo, es una ceremonia encantadora que practico día a día en mi más absoluta soledad. Enciendo mi cafetera, abro la lata, lo huelo, lo muelo, lo vuelvo a oler, cargo el expreso doble y miro hipnotizada mientras el lungo forma una espuma blanca espesa. Y cuando la última gota se dejó caer, lo vuelvo a oler. Antes de beberlo, ya lo disfruté. Y después del primer sorbo, puedo funcionar con todos mis sentidos bien despiertos.

El fuego, esa reacción química casi mágica, se resume en tan solo dos palabras: calor y luz. Luz que nos une y calor que nos reúne.
El fuego tiene ese poder de hipnosis que hace que podamos pasar horas frente a él casi inmóviles. Nos abraza, con su calor y nos reconforta; a su vez, cambia los estados de la comida haciéndolas más sabrosas y digeribles. Su crepitar entre crujidos y chasquidos y el aroma que desprende según lo que se enciende, le otorgan un poder de atracción único que hace que hasta los más dispersos se unan en perfecta armonía.

Todo se ve mejor, se siente mejor, huele y sabe mejor con la presencia de fuego.
Porque como pocas cosas, tiene el poder milagroso de llegar a todos nuestros sentidos al mismo tiempo.
Por eso, cocinen o no, durante el invierno, cuando busquen un momento de paz, enciendan un fuego.
Cuando necesiten abstraerse y no pensar en nada, acudan al poder hipnótico e incandescente de las llamas. Cuando reúnan amigos, enciendan un fuego. Y aún cuando no haya motivo ni estado de ánimo para hacerlo, enciendan un fuego, porque sus llamas, su intensidad y su vigor natural tienen un poder sanador ancestral.
Pasaran los años y una tecnología podrá superar a la otra, pero no existirá invento más sagrado que logre despertar tantos sentidos a la vez y que nos permita estar reunidos, pero por sobre todo conectados, como cuando nos encontremos alrededor de un fuego.





Cuantas cosas envuelve una taza de té,

¡Cuántas cosas!
Desde las más rudimentarias hasta las fileteadas en oro con dibujos de rosas... ¡cuantas cosas!

Cuantas penas habrán calmado, cuántas almas habrán consolado, cuántos fríos habrán apaciguado, cuantas panzas habrán aliviado.

Cuantas lagrimas se habrán fundido en la infusión en momentos de tristeza , sosiego o confusión…

Las tazas envuelven secretos y recuerdos pensamientos y emociones, suspiros y pasiones. Incitan a la calma, a un espacio amoroso de uno con uno mismo y de uno con el otro.

Por eso cada vez que tomen de una taza, estaremos tomando mucho más que un sorbo. Quizás un poquito de historia, un estado de animo, una alegría o un fallido y el misterio insondable de saber ¿a quién habrá pertenecido?




Mi naturaleza curiosa, hace que muchas cosas en la vida me llamen especialmente la atención. Una de ellas, son los nidos. Cada vez que encuentro uno, me detengo, lo observo y no dejo de maravillarme. El trabajo que hay puesto en esas hileras consecutivas de hojitas, ramas, barro, o espigas que se tejen a fuerza de un pico. Esa fragilidad aparente que resiste vientos y tormentas, es el resultado de la constancia y la paciencia para hacer hogar.

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