Les comparto la torta que hice para mi hija el día de su cumpleaños.

Adora la cheesecake y el chocolate blanco, por eso no dudé en regalarle sus sabores preferidos en un día tan especial.
Qué presentes están las flores en nuestras vidas.

Desde que nacemos hasta que morimos.

Nacemos con orquídeas, deshojamos margaritas, nos enamoramos con las rosas, nos alegramos con la llegada de los bulbos, nos acompañan al altar y son infaltables en todas las celebraciones. Las usamos para regalar, para homenajear, para felicitar, para recibir, para adornar y para despedir.

La magia de una flor, de un conjunto de flores o de un árbol florecido logran detenernos, sorprendernos y a veces, hasta esbozar un suspiro. Representan ni más ni menos que el esfuerzo de una planta por demostrar su belleza,

Frágiles y efímeras, es justamente su condición perecedera la que las hace aún más atractivas. Todas sin excepción tienen su encanto, su momento en el calendario y una belleza que unida a su fragancia nos alegran la vida, nos realzan un plato y nos perfuman el espíritu.

Regálense flores siempre que puedan, es un gesto amoroso con uno mismo. Hagan que las flores sean parte de su vida como si fueran adictas a ellas y verán que todo luce y sabe diferente.

Las flores son vida, son alegría, nos transforman un ambiente, nos acarician el alma y son una fiesta para los sentidos. Su presencia silenciosa habla por si misma, logran decir tanto y comunican su encanto con sólo mirarlas.

Nada más asociado a lo presente, al aquí y ahora que una flor, por eso como decía Walt Whitman:

“Recojan flores mientras puedan,
Porque veloz el tiempo vuela,
La misma flor que hoy admiran

Mañana estará muerta.”







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