Mi primer café

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Me acuerdo como si fuera hoy, de mi primera taza de café… Algo que puede parecer tan cotidiano como cambiar de infusión, para mi fue un gran acontecimiento. Era un tazón de café con leche pero que de alguna manera, emancipó mi paladar a un mundo nuevo de sabores. Desde entonces y hasta el día de hoy, pasó a ser mi primer contacto con el día. No funciono sin mi taza de café…puro. Prepararlo, es una ceremonia encantadora que practico día a día en mi más absoluta soledad. Enciendo mi cafetera, abro la lata, lo huelo, lo muelo, lo vuelvo a oler, cargo el expreso doble y miro hipnotizada mientras el lungo forma una espuma blanca espesa. Y cuando la última gota se dejó caer, lo vuelvo a oler. Antes de beberlo, ya lo disfruté. Y después del primer sorbo, puedo funcionar con todos mis sentidos bien despiertos.


El café es mucho más que una bebida. Es compañero, es motivo y es pretexto.

¿Cuántas veces nos vamos a tomar un cafecito y terminamos bebiendo un licuado? Es que el café terminó teniendo un significado social y cultural que es sinónimo de encuentro. El café tiene grandes capacidades ocultas en su aroma que potencian su sabor: capacidad de formar alianzas y de cerrar acuerdos; capacidad de acompañar en largas noches de estudio o cuando sólo contamos con tan sólo cinco minutos. Es motivo de invitación y es el que discretamente, pone fin a las reuniones. Es testigo silencioso de charlas, no importa la hora del día o la época del año. Cuántas cosas es capaz de transmitir una pequeña baya que se cultiva en el anillo más caluroso del planeta, en regiones donde reina la pobreza, pero que su cultivo dignifica a cientos de personas, de familias y de mujeres que trabajan de sol a sol para regalarle al mundo un despertar diferente. Eso es lo que lo hace aún más especial: la cantidad de manos de todos los tamaños, colores, razas y orígenes que seleccionan baya por baya porque ellos también sueñan cada día con un despertar diferente.

 Pensándolo así, además de todas las condiciones naturales, propias de la planta, el café tiene un sabor diferente, como tantos otros productos que desde la planta tienen vida, alma e historia propia, que hacen que cada sorbo se celebre, se respete y se disfrute como lo logra hacer una taza de café.


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